viernes, 15 de junio de 2012

Rabi

Hola, hoy le toca el turno a Rabi.

Le dejaría escribir a él para que se presentara, pero éste es mi diario. Además, seguro que empezaría a decir cosas que no son del todo ciertas. Por ejemplo, diría que cuando él está tumbado plácidamente al sol, yo le amenazo o me tumbo encima de él y me quedo con su sitio. Está un poco acomplejado, porque yo soy mucho más fuerte que él, aunque él sea mayor.

Rabi es gruñón, ladra a todo el mundo, pero guarda la casa mejor que un león. Cuando va por la calle también ladra, y muchas veces le tienen que poner bozal. Nos llevamos bastante bien, pero de nuestra relación de hermanos ya os hablaré.

Voy a contaros cómo llegó. Como todas las tarde bajé al parque a jugar. A la vuelta, ya en el ascensor, percibí el suave aroma de mi dueña Claudia mezclado un extraño hedor. Intuí que algo raro estaba pasando. Y... efectivamente, cuando llegué a casa, un perro sucio, pequeño y chillón me estaba esperando.

Rabi, el día de su llegada
  
Al parecer, Claudia y su madre se lo habían encontrado en la calle, cruzando con el semáforo en rojo. ¡Casi le atropella un autobús! Por suerte, le vieron y decidieron traerlo a casa, hasta que encontraran a su dueño. Pero el dueño estaba fuera del mapa, porque Rabi no tenía microchip. Además, la veterinaria nos dijo que, probablemente, le habían pegado, y estaba muy delgado. Así que, nos dio pena, y se quedó con nosotras. 

Para siempre.

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