Los niños humanos son muy raros. Unos se escapan cuando paso y van corriendo hacia sus padres. Yo me entero de su presencia por los gritos que pegan. Otros se ponen delante de mí para llamar mi atención y se van corriendo cuando muevo el rabo. Pero algunos, que son muy majos, me miran y dicen a sus padres algo, ellos hablan con mi ama y luego mi ama me manda sentarme. Esos quieren acariciarme, así que yo me estoy quietecita y, si puedo, les chupo las manos, porque suelen saber a salchichón (comen al salir del cole bocatas exquisitos, aunque nunca me dan).
El caso es que, el otro día, me encontré a una pequeñísima y extraña niña humana. Esta ni siquiera hablaba humano. Me señaló, abrazó la pierna de su madre, me siguió señalando y tiró de la pierna de su madre. La mujer, que debía entender su lenguaje de signos, habló con mis dueñas que me mandaron sentar. Así que supuse que me acariciaría la cabeza o el lomo. Para mi sorpresa no fue eso lo que ocurrió. La niña me tapó la nariz con la mano. Olía a cachorro. Yo saqué un poco la lengua para ver si entraba aire a mis pulmones, porque mi nariz, como ya os digo, estaba taponada. Se alejó un poco y volvió a mí. Yo seguía sentada. Entonces sucedió: extendió un dedo enano y...¡¡¡ lo intentó meter en mi ojo !!! ¡Esa niña era un demonio! Yo cerré el ojo como pude, y gracias a dios mis dueñas me defendieron y dijeron a la niña que el ojo no. Luego se intentó acercar de nuevo, pero mi dueña pequeña la bloqueó, no siendo que intentara meterme el dedo en el oído o algo parecido. Gracias por defenderme, Claudia.
Recreación de lo ocurrido |
Cómo sería yo, si fuera tuerta |
Y ese es el suceso de la extraña niña humana. Así que perros... No os fieis, cuanto más pequeños... ¡peores!